RELACIONES SANAS

                            

 

         Todos necesitamos sentirnos amados, reconocidos, admirados, importantes y útiles. Por eso cuando atraemos o somos atraídos a otra persona, creemos haber encontrado lo que necesitábamos para sentirnos completos, felices, únicos...

 


        Pronto descubrimos que la otra persona también creyó haber encontrado lo mismo que nosotros, y espera, al igual que nosotros, que le entreguemos nuestros recursos, tiempo, dedicación, veneración, etc.


        Es el tiempo de los desencuentros, del “ni contigo ni sin ti”, de la repetición de los viejos patrones familiares de abandono y agobio (la dependencia y adicción afectiva). Si tenemos paciencia, a la vez que creatividad, coraje, inteligencia..., si encontramos apoyo y nuevas formas de “ver las cosas”, al mismo tiempo que no perdemos nuestra fe en un amor en libertad, entonces llegaremos a crear y vivir como pareja, como iguales, con respeto de nuestras diferencias, confianza y lealtad. Habremos descubierto el amor recíproco: “ aquel donde el bienestar no es privilegio de una de las partes, sino de ambas”.


        Más allá de la consolidación de la pareja, emergerá el amor más auténtico e incondicional, el que sólo puede existir en el desapego, fruto de la eliminación de los miedo al desamparo y a la entrega. Ese amor asume el derecho a explorar intensamente la vida, a hacerse cargo de uno mismo y a buscar un sentido a la vida. Es, como dice Walter Riso “ tirar la certeza a la basura y dejar que el universo se haga cargo de uno”. Es aprender a rendirse amorosamente